jueves, 31 de agosto de 2017

ILUSTRACIONES ANITA ESTA EN SU CORAZÒN




ANITA ESTÁ EN SU CORAZÓN

Anita tiene un hermano especial y aprenderá a perder sus miedos en un sitio mágico, el fondo de su corazón.

Allí está, sentada abriendo los cofres y mirando, oliendo, tocando, escuchando y saboreando todo lo que encuentra. Anita no sabe cómo, pero cada vez que necesita resolver un problema o tiene una duda, ella va a ese sitio mágico y busca en los cofres, y aparece lo que necesita.

Por eso este sitio se ha convertido en su sitio favorito, porque para estar allí no debe tomar el bus o pedirle a alguien que la lleve, no tiene que pedir permiso para entrar, es gratis y, además, puede estar sola sin que le dé miedo, porque todo lo que pasa allí, es bueno. Ese sitio es el fondo de su propio corazón.

Anita tiene cofres en el fondo de su corazón,  donde guarda las ideas que ha tenido desde niña, los sueños que más le han gustado y una que otra pesadilla también; Sentimientos, los chistes que más la han hecho reír, los regaños de sus papás, los cariños, las peleas con su hermano y sus amigas, y claro, las reconciliaciones.  todo lo que ella es, está allí.

Hoy está feliz en su sitio mágico, porque allí resolvió un problema que tenía con su hermano y ahora se siente tranquila y quiere guardar en un cofre especial la palabra que aprendió mientras resolvía su problema...  

Anita es una niña alegre, tiene los ojos dormidos, dormidos y juguetones; sus amigos le preguntan siempre si tiene sueño, porque sus ojos son sólo una rayita en su cara. Ella tiene un hermano mayor. Cuando las niñas tienen un hermano mayor se sienten muy importantes con sus amigas, también en el colegio, porque sus hermanos las cuidan y les compran un dulce a la hora del recreo y, además, porque sus amigas siempre preguntan cuando van a la casa  -¿está tu hermano?-. Y luego se miran y se ríen un poco coquetas. Bueno, eso pasa con los hermanos de sus amigas, pero Anita siente que con José, su hermano, no pasa lo mismo. Por más que lo piensa -y cuando Anita piensa, sus ojos prácticamente desaparecen de su cara- ella no entiende por qué con su hermano es diferente.

Su hermano es un niño agradable, comelón; ella está segura de que se comería sus dedos si no le hicieran falta. Es guapo, sobre todo cuando se pone su ropa nueva, pero a él le gusta usar siempre la misma ropa -dice que se siente más cómodo- y no le importa mucho si los colores combinan o si está a la moda. Todo lo hace muy rápido, como cuando se pone la camisa, casi siempre le faltan botones y le sobran ojales; o cuando quiere hacer la tarea en dos minutos, pero llena de errores. Siempre anda por la casa buscando el lápiz o los zapatos, ¡y hasta la cuchara se le pierde mientras come!

Su hermanito es un poquito malgeniado, aunque ella sabe que ya casi es un adolescente y que con los hermanos  adolescentes hay que andarse con cuidado porque actúan como si desayunaran huevos revueltos con veneno de alacrán y pareciera que ¡a toda hora te quieren picar!

A Anita, como a las niñas de su edad, le gusta navegar en internet y buscar cosas como juegos, información de sus ídolos de la tele y páginas para aprender matemáticas jugando. Cuando a ella le gusta algo lo envía a sus amigas y a su hermano. Un día Anita recibió respuesta de sus amigas a un correo muy bonito sobre animales del desierto y notó que su hermano no le respondía nunca, y se sintió muy triste; era como si todos los problemas con su hermano se hubieran juntado en ese instante y, llorando, buscó a su mamá:
-¡mamá, mamá! -llora desconsolada-, ¡mamá!: ¡otra vez José!

Su mamá, que hace rato venía dándose cuenta de lo que pasaba entre Anita y su hermano, sólo estaba esperando el momento en que Anita quisiera hablar del asunto. Ella deja lo que está haciendo en ese momento, la sienta a su lado y la escucha: -yo le envío correos a José y él como si nada, no me dice nada, no me responde, es como si yo no existiera. ¡Mamá, dile que no sea así! -lloró Anita-.
- ¿Te sientes enojada con tu hermano?
- Sí, enojada y triste.
- ¿Te sientes triste porque tu hermano no responde los correos?
- Nooooo, no es por eso, es porque siempre es así; en el colegio, en la casa, con todo lo que hace. ¡YA NO LO SOPORTO!
- ¿Te sientes triste porque tu hermano no se porta como otros hermanos, porque no se porta como te portarías tú si fueras la hermana mayor? -Insiste la mamá-.

A Anita le salen dos lágrimas por sus ojitos rayados; se siente tan aliviada cuando las deja rodar. Se pregunta por qué si ella llora tanto, ¡nunca había sentido esto!

Mientras las lágrimas ruedan, Anita cae en la cuenta de algo: son las lágrimas más pesadas de todas las que ha derramado en sus laaaargos diez años. No sabe cómo ha podido cargarlas tanto tiempo: ¡ufff, qué alivio descargarlas!

- Sí, eso me pone triste; -le responde a su mamá-, lo dice un poco con vergüenza,. No sabe exactamente por qué, pero siente desde el fondo de su corazón, que no es justa con su hermano -y ya sabemos que ella siempre le presta atención al fondo de su corazón-.
 - ¿Por qué te pone triste que tu hermano no se comporte como tú quieres? -pregunta la mamá-.
-  Porque me aburre que no pueda jugar y hablar con él.
- ¿Es sólo eso?
- Bueno... no, también me da un poco de pena con mis amigas, ellas dicen que es raro.
- Entiendo, ¿y qué crees que podemos hacer?

Anita está feliz de que su mamá no le reproche sus razones, de repente ha dejado de sentirse mala hermana y quiere abrir su corazón.

- Mamá dile que no sea así.
- Así, ¿cómo? -pregunta su mamá-, dime  cómo es: “así”
- Pues odioso conmigo, no juega cuando lo invito, no se puede quedar quieto un rato, no me cuenta cosas o siempre me cuenta lo mismo. El hermano de Laura nos da vueltas a todas hasta que gritamos. El hermano de Majo nos compra chocolatinas cuando vamos a la tienda. Mi hermano no me pone cuidado. ¿Sabes qué? -dice llorando-: me da rabia que a veces se burlen de él y ni se dé cuenta; me da pesar eso. A veces pienso que por ser así no va a conseguir amigos.

Anita no puede evitar que otras dos lágrimas se lancen desde sus ojos, pero se alegra porque con cada lágrima afuera descansa y se siente igualito a como se siente cuando llega a la casa y descarga la maleta del colegio llena de libros.

- ¿Lo que te preocupa entonces es que tu hermano sea diferente de los demás niños que conoces y diferente a ti y que por eso vaya a sufrir?
- ¡Sí!
- ¿Tú ves a tu hermano sufriendo?
- No, creo que yo soy la que sufre. Él se lo pasa haciendo sus cosas tranquilo.
 - ¿Tú ves cosas bonitas en tu hermano?
- Claro que sí: él no me coge mis cosas sin permiso; si le pido ayuda en algo, bueno en algo que a él le interese, me ayuda; cuando voy a salir le pregunto si quedé bien arreglada y siempre me mira y luego contesta la verdad; me explica cómo funcionan los aviones -él sabe mucho de aviones-; nos cuenta historias sobre cómo se creó el planeta -¡aunque no quiera cambiar de tema!-.

Ja, ja, ja, ríe y se da cuenta que decir las cosas bonitas de su hermano la hace sentirse tranquila y contenta.

- ¿Qué pasaría si eso que te parece raro de tu hermano más adelante fuera lo que le ayude a conseguir sus verdaderos amigos, a poder trabajar, a disfrutar de la vida y a enamorar a las niñas?
- Ja, ja, ja, ríe de mejor humor Anita. Pasaría que yo he sufrido por nada.
- Es posible.
- Pues cuando tu hermano se dé cuenta de todo esto, que tú ya descubriste, se va a dar cuenta de lo especial que es, que tiene cosas que la mayoría no tenemos; entonces seguirá su corazón y allí donde su corazón lo lleve, encontrará gente que lo entienda y lo quiera y que él quiera también; ¡y ahí se quedará!

Anita se va más tranquila, casi de buen humor, pensando en todo lo que ha hablado con su mamá, y toda esa semana observa a su hermano.

Hace varias visitas al fondo de su corazón y empieza a ordenar el cofre de los recuerdos: José explicándole cómo funciona un avión, lo pone entre los recuerdos felices; José gritando porque ella ha entrado en su alcoba sin permiso, lo pone en los recuerdos tristes; y así va organizando cada recuerdo, y el carrusel de feliz, triste, feliz triste, no le gusta mucho, entonces decide guardar los recuerdos como: MI HERMANO Y YO y sigue organizándolos y se da cuenta de que dependiendo de cómo organice el fondo de su corazón, se va a sentir intranquila o tranquila y decide que ya no va a llamar más sus recuerdos y pensamientos como tristes y alegres sino con nombres claros y sencillos: “el cumpleaños de Laura”, “mis amigas de segundo grado”, “mi hermano y yo”. Sí, esa forma de organizar, sin tanto dramatismo, la hizo sentir tranquila.

El domingo, un poco inquieta por sus descubrimientos, vuelve a hablar con su mamá: -mira mamá, estuve viendo a mi hermano toda la semana. ¿Sabes?, pasó algo raro, yo sólo lo observaba, aunque yo no le estaba hablando ni pidiendo nada, él se portaba igual, o sea que no se porta así para molestarme,  él solo es así, y yo no sé qué pasó, pero ya no me preocupé; me pareció que está bien que sea como es.

- ¡Qué bien que hayas aceptado cómo es tu hermano!
- ¿Yo hice eso, -cómo lo hice-?
- Bueno, lo observaste sin juzgarlo sin decir a cada paso: esto está bien, esto mal; esto me gusta, esto no me gusta. Cuando uno observa sin hacer fuerza para cambiar las cosas, aprende a aceptar.  
- ¿Eso quiere decir que ya no me importa mi hermano, que ya no lo quiero ayudar?
- No, eso quiere decir que lo quieres ayudar, pero sin pretender que sea como tú quieres.
- ¿Y entonces, cómo puedo ayudarlo mamá?
- Que tal si le das más importancia  a las cosas que te gustan de él, que a las que no te gustan.
- No sé, puedo intentarlo a ver. Y también cuando no me  guste algo se lo digo y ya, sin ponerme brava.
- Y qué tal si cuando tus amigas se burlan de tu hermano las miras y  les dices: “No me gusta que se burlen de mi hermano” Si lo dices muy firme, probablemente no lo vuelvan a hacer.
- Creo que puedo hacerlo mamá.

«Aceptar», esa es la palabra nueva que Anita aprendió mientras resolvía el problema con su hermano. Ahora la guarda en un cofre, pero antes la dice muchas veces, porque le parece una palabra tan bonita y porque se le alegra el corazón al repetirla.



































No hay comentarios:

Publicar un comentario